Cerraba de un portazo, no aguantaba más y debía soltar la rabia que le recorría todo el cuerpo. Aún no se lo creía, no podía ser posible. Por su cabeza sólo pasaba la idea de estar a todas horas a su lado, aunque no se lo permitiesen. Debía hacer todo lo que estuviera en su mano, por insignificante que fuera, para transmitirle su apoyo, aunque fuera un esfuerzo en vano.
No sabía si llorar, gritar, correr, pensar... Esta última era la peor de las opciones, por mucho que lo hiciero no iba a cambiar nada. Las lágrimas le caían por las mejillas como si de un bólido por un circuito de carreras se tratase. Desde hacía ya 7 años, se sentía por primera vez realmente solo.
Unos días antes...
-Te quiero.- Le susurró ella al oído antes de ir dirección a la boca de Metro.
Este era, de todos los momentos que pasaban juntos, en el que peor lo pasaban ambos. Odiaban las despedidas. Si por ellos fuera, pasarían todo el día juntos, pero sabían que para eso debían de esperar, al menos hasta que ella dejase de ser estudiante y tuviera un sueldo con el que mantenerse. Estaba estudiando su segunda carrera consecutiva, y ambos sabían que lo más importante para el futuro era que la terminara con éxito.
Él, por su parte, había terminado sus estudios y tenía un trabajo ''afianzado'', o al menos todo lo afianzado que puede ser el trabajo de periodista. Es un trabajo en el que nunca sabes lo que te puede pasar, pero por el momento el tenía un puesto en la cadena y se podía mantener con facilidad, aunque de vez en cuando necesitara ayudarse del dinero recibido por el seguro de vida tras el trágico accidente. Aunque nadie desearía tal ayuda, él debía reconocer que le vino muy bien para poder avanzar en la vida y conseguir lo que su madre fallecida siempre hubiera deseado. Él, hacía 7 años se quedó huérfano de madre, y de padre, por otras circunstancias.