Tocar un corazón, empujar una lágrima, estirar una sonrisa, todo eso lo consigue una palabra.
La palabra tiene el poder. Mediante ella dejamos que se exprese nuestro alma, para que consiga remover conciencias. Ayudar, alegrar, consolar, entristecer, aclarar... Infinitas reacciones las que puede despertar la propia palabra.