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marzo 26, 2012

Mañana fatídica de domingo

Las olas se confundían con la arena al igual que tu recuerdo lo hacía con las lágrimas. Era lo que nos quedaba desde ese momento, tu recuerdo. Algo que tu te empeñaste en hacer bueno, y lo conseguiste. Con él estás presente en nosotros, diariamente. Cuando se necesita de una vía de escape, rápidamente resuenan tus consejos, como si los escucháramos en ese mismo instante. Tan sólo faltan tus abrazos, tu mirada, tu sonrisa... porque tu fuerza la tenemos.

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