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abril 13, 2012
Coartada libertad, revolucionada personalidad
La oscuridad nocturna oculta el tono rojo de sus manos ensangrentadas. El remordimiento y la satisfacción del trabajo bien hecho se turnan en su mente. No podía juzgar por el momento las repercusiones de su gran acto. El lago, negro espejo gigante, mostraba el rostro de un hombre tranquilo. Tranquilidad que disfrutaba también sus aguas, corrompida en ese instante por el brutal choque de un pañuelo teñido de manchas rojas que contenía un objeto pesado y no muy grande. Era una lástima que el lago no pudiera tragar también hacia su fondo los sentimientos. A consecuencia de esto no volvió a ver la luz, comenzó una vida nocturna. Daba paseos en la oscura soledad. La tranquilidad era de las pocas virtudes de su nueva vida. Cual murciélago se dejaba llevar por sus sentidos en la oscuridad, se había convertido en algo inimaginable, se odiaba. El sentir de los barrotes le recordaba quien era cada mañana. Sentado en una esquina seguía expresando sus sentimientos como mejor sabía, en un folio, un gran folio convertido en pared. Preciosos párrafos y versos escritos desde lo más profundo de su corazón decoraban aquel angosto lugar y describían los sentimientos de un hombre arrepentido. No había barrotes que pudieran cortar su gran facilidad para escribir.
abril 11, 2012
Jueves Santo
Hay tres jueves en el año que relucen más que el sol, y este es sin duda uno de ellos. Y como tal amaneció con un cielo completamente despejado, sol reluciente y la Legión desembarca en el puerto de la capital de la Costa del Sol. Mientras se oyen los pasos de los legionarios los cofrades malagueños esperan ansiosos otra gran tarde de semana santa, otro gran Jueves Santo.
6 de la tarde y el cielo cubierto por las nubes, es la hora. El hombre de trono de la Misericordia se prepara escrupulosamente para su gran cita. Zapatos, pantalón y corbata negros, camisa y guantes blancos, túnica burdeos. Ese es su atuendo, está listo.
Las lágrimas le pasean por su cara al entrar a su nueva casa de hermandad, la están estrenando. María Santísima del Gran Poder y Nuestro Padre Jesús de la Misericordia esperan, vestidos también con sus mejores atuendos.
El hombre de trono se santigua ante ellos, reza y se dirige a su posición. Le esperan 6 horas por delante en las que estará en el mismo lugar, pero está nervioso, un cosquilleo permanente le recorre todo el cuerpo, le tiemblan las piernas, se le saltan las lágrimas con gran facilidad. Empiezan a llegar los veteranos del varal, esos hombre que llevan casi media vida cargando sobre sí a su Padre.
Llega el alcalde y, un toque de campana, dos, el tercero suena más tardío y más fuerte. ''El Chiquito'' sube de pronto. Este hombre de trono empieza a sentir sobre sí el dolor de Jesús, el peso de la cruz, su peso.
6 de la tarde y el cielo cubierto por las nubes, es la hora. El hombre de trono de la Misericordia se prepara escrupulosamente para su gran cita. Zapatos, pantalón y corbata negros, camisa y guantes blancos, túnica burdeos. Ese es su atuendo, está listo.
Las lágrimas le pasean por su cara al entrar a su nueva casa de hermandad, la están estrenando. María Santísima del Gran Poder y Nuestro Padre Jesús de la Misericordia esperan, vestidos también con sus mejores atuendos.
El hombre de trono se santigua ante ellos, reza y se dirige a su posición. Le esperan 6 horas por delante en las que estará en el mismo lugar, pero está nervioso, un cosquilleo permanente le recorre todo el cuerpo, le tiemblan las piernas, se le saltan las lágrimas con gran facilidad. Empiezan a llegar los veteranos del varal, esos hombre que llevan casi media vida cargando sobre sí a su Padre.
Llega el alcalde y, un toque de campana, dos, el tercero suena más tardío y más fuerte. ''El Chiquito'' sube de pronto. Este hombre de trono empieza a sentir sobre sí el dolor de Jesús, el peso de la cruz, su peso.
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